“Mira: frente a esa pregunta, pienso que todos los abogados son ladrones, todos los médicos son, no malos, sino ¡pésimos!… Pude haber hecho tantas cosas útiles en mi vida, y realmente, hice muy pocas… Pensándolo bien, ninguna. Mhh, qué más. ¡Demasiadas cosas más!” Adelante, le digo. “Bueno, me faltan habilidades para ser cirujano, para el mercadeo, para ser conferencista y para cientos de oficios desconocidos por mí. ¡Dios mío! Mi vida es un desastre”.

Este es un pedacito de lo expresado por un hombre de unos 30 años en una cita de consultoría. ¿La pregunta? Fue simple: “Dime las cosas negativas que se te vengan a la cabeza”.

Existe una cadena que explica el porqué pensar negativamente es, cuando menos, poco práctico. Además, es nocivo, afecta el ánimo, la relación con los demás, afecta tus decisiones y tu vida en general. Esa cadena es:

PENSAMIENTO→EMOCIÓN→DECISIÓN→ACCIÓN

¿Es posible elegir las emociones? No. Con algunas excepciones: si no me gusta sentir miedo, evito ver una película de terror, por ejemplo. Las emociones hacen parte del kit con el que llegamos al mundo. Son necesarias para vivir. Responden a los estímulos y son el motor de nuestro comportamiento. ¡Son una maravilla! Si las manejamos bien.

Las decisiones que tomamos nacen de las emociones y de los pensamientos. ¡Es mejor cuando son generadas por los segundos que por las primeras! Las decisiones son las madres de las acciones. Actuamos miles de veces en el día obedeciendo a esas decisiones que, en su mayoría, son casi inconscientes. Pero resulta que las acciones van tejiendo los puntos de la red de nuestros días, semanas, meses, años. Y las acciones repetidas ya sabemos en qué se convierten: en costumbres, vicios o virtudes, estilos de vida. En fin, parece que vamos muy lejos, ¡pero es así como funcionamos!

Mi paciente se queda pensando. Como si yo estuviera hablando chino, mandarín. ¿Cómo? pregunta. ¿Crees de verdad que uno puede elegir los pensamientos? ¿Que uno no piensa lo que piensa y ya? ¿No es cierto que el cerebro tiene neuronas y las neuronas funcionan produciendo pensamientos como una máquina hace botellas? Jaa… ¡No creerás que eso depende de mí!

Pues te tengo una noticia más inverosímil que esa. Uno puede pensar erróneamente, por falta de técnica para pensar bien, por falta de información, por inconciencia. Uno puede pensar mentiras. Cosas falsas. ¿Me crees?

Por lo menos, dice él, estoy dispuesto a escuchar. Me da curiosidad, aunque como ingeniero, todo eso lo siento bastante incierto, lejano.

Le explico: Los pensamientos pueden ser positivos, negativos o neutros. Ajustados a la realidad o falsos.
Los pensamientos negativos se pueden controlar. Suelen nacer de mecanismos erróneos.
Miremos algunos aspectos que influyen en el desafortunado nacimiento de pensamientos negativos:

1.Hay temperamentos con tendencia a ver las cosas oscuras, con un mayor énfasis que las positivas, o a percibir como negativo aquello que no lo es. Si a esto le sumamos un estado de ánimo bajo, la vivencia del mundo será aun más distorsionada.
2.Cuando el estado de ánimo está abajo, nos ponemos unas gafas negras. El mundo sigue ahí afuera igual, pero uno lo ve todo turbio.

Tener conciencia sobre esto ayuda a estar alerta y a corregir la visión negativa. La voluntad puede colaborar para subir el estado de ánimo y pulir el temperamento, forjando un carácter fuerte.

3.Si uno entra a profundizar en las ideas negativas que elabora, se da cuenta de que hay errores en la manera de ver las cosas. Miremos esta premisa:

NUNCA – SIEMPRE – TODO – NADA = EL 95% NO EXISTE

Otra causa típica del pensamiento negativo es un umbral de satisfacción demasiado alto: esperar demasiado de sí mismo, de los padres, de la pareja, de los hijos, del trabajo, de las situaciones y circunstancias que influyen en uno. Ese alto nivel de expectativa genera insatisfacción. Y esa insatisfacción produce:

(Aprovecha y califícate cada ítem de 1 a 5, pensando en la frecuencia y la intensidad con que los ves en ti).

a. Mal humor _____
b. Rabia _____
c. Miedo _____
d. Agresividad _____
e. Descontento _____
f. Incertidumbre _____
g. Depresión _____
h. Culpa _____

Estas emociones no son malas ni buenas en sí mismas. Simplemente, son. El punto, mejor dicho, LoS puntos que no se pueden desconocer al sentirlas, son: ¿están bien fundadas, tengo razón al sentirlas? ¿Me quedo ahí en el “gozo” del mal sabor de la emoción (suena paradójico, pero así sucede), o lo soluciono y sigo adelante?

4.Dosis más que suficiente e injusta de autoacusación (sentirse culpable). Esto también se proyecta hacia las personas más cercanas: papás, hermanos, pareja, compañeros, amigos. Tengan o no culpa, nos sentimos más cómodos pasando acusaciones propias a los que amamos y están cerca. Increíble, pero cierto. E injusto, que quede claro.

ANALICEMOS ENTONCES:

Yo soy una persona normal, con cualidades y defectos, con carencias y fortalezas. ¡No las tengo todas! Me faltan habilidades para ser cirujano, director de mercadeo, conferencista y mil cosas más, pero tengo otras habilidades. Dios ha repartido sus dones como a El le ha parecido, de manera justa y sabia…

Piensa en estos aspectos:

Tus Fortalezas (las características que te ayudan a cumplir tus metas y tus sueños):

Tus Oportunidades (las ventajas qué tienes a tú alrededor):

5.Frente a la proyección de la autacusación, queda claro que culpar a otro de mis errores y defectos (ESO es “Proyección de la autoacusación”, que puede sonar raro, pero es bien común), parece, no solo injusto, sino también ilógico: “Si yo estoy lleno de defectos, ¿por qué el otro no puede tener los suyos propios? Y ¿cómo puedo subvalorar las cualidades de esa persona que amo, que tanto me apoya, me es fiel, me entiende… tantas cosas buenas?”

El se queda pensando. Este ingeniero brillante, lleno de cosas buenas, con un buen trabajo, una buena familia, una esposa que lo ama y respeta, unos hijos hermosos, como suelen ser los hijos, no puede creer que él cometa todos esos errores, y como los malos hábitos no se curan tan fácilmente, dice desconsolado: “¡Ves! Todo eso lo tengo yo. TODO. No me cabe un defecto más.
Estoy perdido en las redes de los pensamientos negativos. Sí, estoy perdido”.

¡Vamos despacio! Empecemos a practicar: analicemos las frases que acabas de decir y dime qué fallas en la construcción de los pensamientos encuentras, incluyendo las palabras utilizadas para describir. Él lo hace como un buen alumno que es. Y cae en la cuenta de muchas cosas.

¿Ves? Le digo. Ya has aprendido una cantidad de cosas que hace un rato te parecían en chino. Ya diste el primer paso. Vamos con el segundo.

PASOS PARA PRACTICAR
1.Hacer conciencia de los pensamientos negativos que se presentan. ¡Porque se vuelven un vicio! Imagínate una espiral con más y más vueltas.
2.Practicar el bloqueo del pensamiento negativo: cuando éste se presente, una idea simple, repetitiva que mate, silencie ese pensamiento. Porque el cerebro no es capaz de pensar en dos ideas a la vez. Puede ser: “Stop”, “silencio”, “basta”, rezar un Ave María, “Jesús, esto te lo entrego”.
3.Decirse una frase positiva contrapuesta a la negativa. Por ejemplo, frente al pensamiento:

“YO NUNCA HAGO NADA BIEN →“¡FALSO!
YO HAGO MUCHAS COSAS BIEN! POR EJEMPLO…”

4.Bloquear la expresión verbal del pensamiento negativo pidiéndole a alguien cercano y confiable que te ayude dándote una señal (sin cantaleta ni comentarios): puede ser “pilas”, “stop”, tocar en el hombro, matar el ojo, algo simple, solo para hacerte caer en la cuenta.

Suficiente información. Ahora, ¡a practicar y a perseverar! Porque esa es la única manera de cambiar los hábitos que nos hacen daño.

 

Por: Ana Margarita Moreno Q.

Fuente:  Protege tu corazón

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