Muchas mamás se sienten desilusionadas porque sus hijos andan por otros caminos diferentes a los que ellas quieren. ¿Qué hacer? Hay un cuento que ayudará.

Los dos burritos

Érase una vez una madre que estaba muy apesadumbrada, porque sus dos hijos se habían desviado del camino en que ella los había educado.

Mal aconsejados por sus maestros habían abandonado la fe católica adhiriéndose a la herejía, y además se estaban entregando a un vida mala desbarrancándose cada día más por la pendiente del vicio.

Esta madre fue un día a desahogar su congoja con un santo eremita que vivía en el desierto de la Tebaida. Era este un santo monje que se había ido al desierto a fin de estar en la presencia de Dios purificando su corazón con el ayuno y la oración.

Fue así que esta madre se encontró con el santo monje en su ermita, y le abrió el corazón contándole toda su congoja.


Su esposo había muerto cuando sus hijos eran aún pequeños, y ella había tenido que dedicar toda la vida a su cuidado. Pero, hete aquí, que ahora, ya adolescentes, se habían dejado influir por las doctrinas de maestros que no seguían el buen camino y enseñaban a no seguirlo. Y ella sentía que todo el esfuerzo de su vida se estaba inutilizando.

¿Qué hacer?

Lo peor de la situación era que ella misma ya no sabía qué actitud tomar respecto a sus convicciones religiosas y personales. Porque si éstas no habían servido para mantener a sus propios hijos en la buena senda, quizá fueran indicio de que estaba equivocada también ella.

Todo esto y muchas otras cosas contó la mujer al santo eremita, que la escuchó en silencio y con cariño.

 

¿Qué ves?

Cuando terminó su exposición, el monje se levantó de su asiento y la invitó a que juntos se acercaran a la ventana. Daba esta hacia la falda de la colina donde solamente se veía un arbusto, y atada a su tronco una burra con sus dos burritos mellizos.


-¿Qué ves? – le preguntó a la mujer quien respondió:


– Veo una burra atada al tronco del arbusto y a sus dos burritos que retozan a su alrededor sueltos. A veces vienen y maman un poquito, y luego se alejan corriendo por detrás de la colina donde parecen perderse, para aparecer enseguida cerca de su burra madre. Y esto lo han venido haciendo desde que llegué aquí.

,-Has visto bien – le respondió el ermitaño.


Aprende de la burra. Ella permanece atada y tranquila. Deja que sus burritos retocen y se vayan. Pero su presencia allí es un continuo punto de referencia para ellos, que permanentemente retoman a su lado. Si ella se desatara para querer seguirlos, probablemente se perderían los tres en el desierto.

La fidelidad


Tu fidelidad es el mejor método para que tus hijos puedan reencontrar el buen camino, cuando se den cuenta de que están extraviados. Sé fiel y conservarás tu paz, aun en la soledad y el dolor. Diciendo esto la bendijo, y la mujer retornó a su casa con la paz en su corazón adolorido.

Mamerto Menapace, publicado en Cuentos Rodados, Editorial Patria
Grande. Argentina.

Comparte:

About Author