En el desarrollo normal del niño, viene una segunda etapa que es influenciada dentro de la formación que dieron los padres en el primer año de vida. Esta es básica para su desarrollo, pues le permite al menor generar la confianza básica que él requiere para momentos posteriores de su vida.

¿Cual es la mejor edad para enseñarle?

En el segundo año de vida el condicionamiento físico y biológico del niño está preparado para dar un paso más en su desarrollo. No hay con exactitud un momento en que se establezca que el niño tenga que lograr controlar sus necesidades biológicas, y que ya no dependa del apoyo de mamá y papá. Ello se va logrando poco a poco.

Independencia

Es delicado el tema de ayudar al niño a controlar  sus necesidades. Él requiere no sólo del proceso de madurez física. A sí mismo, conlleva una tarea unánime con los padres, (tarea de apoyo y comprensión). A los dos añitos de vida, el niño se da cuanta, que es totalmente diferente de la madre, ya no se ve a sí mismo como ese super-bebé, que creía era capaz de alimentarse por sí mismo. Empieza a tener conciencia que es “él”, una personita externa a su mamá, que posee capacidades físicas, las cuales innatamente comienza a poner en práctica, como: pararse, caminar solito, buscar desplazarse por los pasillos de la casa, busca trepar y comprobar que en cierta forma es autónomo.

Tiende a experimentar y comprobar que su cuerpecito, va tomando condición para realizar variadas actividades que le provocan placer; en cierta medida, se siente orgulloso de sí mismo. Pero dentro de este mismo camino, empieza a identificar, cuando tienen necesidad de hacer pipí, o popo. Él poco a poco se siente preparado para ello, pero requiere de la seguridad y apoyo de sus padres. Entra en una lucha y conflicto consigo mismo, que puede ser sano o insano, dependiendo de la manera en la que los progenitores le acompañen en dicho proceso.

Tener mucha paciencia

El pequeño hace todo lo posible, por ser él mismo, busca la independencia. En esta búsqueda de independencia, comprende lo que sucede a su alrededor, él identifica la necesidad de sus intestinos, pero puede sentirse presionado por los padres cuando estos lo sientan en la nica por la fuerza. En su trabajo de afirmación personal, simplemente puede tomar la opción de no querer realizarlo. Es entonces que los padres se frustran, y el niño defeca en el momento inadecuado. Ante estas acciones los papas pueden tomar una conducta agresiva como: gritar, pegar, querer forzar al niño que haga sus necesidades en el momento que ellos lo indiquen. Es importante, tener cuidado en esta etapa, porque en un futuro ello puede influir en el niño ya adulto, en desencadenarse ciertas patologías, como conductas demasiado retentivas. Ejemplo: personas cerradas, avaros, demasiado obsesivas con la limpieza, lo cual genera grandes trastornos. (obsesivo-compulsivo).

Darle seguridad

El niño, puede presentar interés por trabajar, en lograr el control de esfínteres. Pues es una forma de expresar su autonomía y seguridad. Le provoca placer, el saber que algo está pasando en su organismo y el buscar la manera de controlar ésta necesidad. Ante ello las madres comprensivas, simplemente alientan al niño, cuando ellos manifiestan sus inquietudes. Comprenden la realidad del menor, y se dan cuenta que el niño requiere de cuidados, pero que poco a poco le deben permitir que sea él, quien experimente con sus capacidades. Es entonces que le brindan amor, seguridad. Le ayudan en el control de esfínteres con su acompañamiento, preguntando que si requiere ir al baño, que si le apoyan bajando el pantaloncito, dando indicaciones de que avise cuando sienta ganas de hacer pipí. Platicando con él, valorando su motivación y esfuerzo hacía el camino de su autonomía.

Por sí mismo, controlar al organismo es algo nuevo, con lo cual el niño lidiará y puede provocar temores. Las demasiadas restricciones severas, generan miedos, tensión que a menudo tienen sus manifestaciones en el sueño (las pesadillas). Con todo ello, el proceso se vuelve más complicado.

Listo para el entrenamiento

Los padres deben ser observadores del niño, y pueden identificar ciertas pautas que les permiten entender que el niño puede iniciar el entrenamiento. Algunos de esos indicadores pueden ser:

  • El menor muestra curiosidad por ver que es el sanitario y para que se utiliza.
  • Con frecuencia el niño se siente incómodo con el pañal, tiende a romperlo
  • El niño moja menos los pañales
  • Posee mayor seguridad al caminar. Incluso corre
  • Sube y baja escaleras.
  • Busca subir y bajarse los pantaloncitos
  • Da señales de querer ir al baño (Pueden ser verbales o no verbales)
  • Tiende a mostrar que le incomoda estar sucio

Ayudarlo en su maduración

Estas son algunas señales que los padres pueden tomar, para apoyar a sus hijos en el entrenamiento, deben darles seguridad y buscar la manera de hacer sentir cómodo al niño, teniendo presente lo siguiente:

  • Mostrar interés y apoyo al niño, en sus pequeños logros
  • Platicarle poco a poco del proceso que va a iniciar. En que consiste y la importancia del mismo.
  • Llevarlo al sanitario, ser paciente con él, y contestarle todas sus preguntas
  • Explicarle que es pipí, popo.
  • Platicar con él, sobre la importancia de que permanezca seco y limpio.
  • Enseñarle a avisar cuando sienta ganas de hacer pipí o popo.
  • Puede sentarlo en una nica, o bañito propio para el niño, poco después de comer y hacerle amena la estancia mientras defeca. (contando cuentos, cantándole).
  • Llevarlo al baño con uno de los hermanitos que ya controlan sus necesidades.
  • Nunca forzar al menor a sentarse en el sanitario de adultos, ello, hasta que él se sienta seguro.
  • Utilizar calzoncitos entrenadores, para facilitar el proceso.

En resumen, entender al niño, estar alerta de los indicadores para ayudarlo y hacer más fácil el proceso.

 

Lic. Emma Monjaraz Anguiano

 

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