El Papa Francisco contrapuso a quienes viven ajenos al Espíritu Santo con los que han recibido sus dones. “El que vive según el Espíritu lleva paz donde hay discordia, concordia donde hay conflicto”.
Durante la Misa que presidió este domingo 9 de junio en la Plaza de San Pedro del Vaticano con motivo de la Solemnidad de Pentecostés, el Santo Padre lamentó que hoy “está de moda adjetivar, lamentablemente también insultar”, algo que hace daño “tanto al que es insultado como también al que insulta”.
“Devolviendo mal por mal, pasando de víctimas a verdugos, no se vive bien”, advirtió. Por el contrario, “los hombres espirituales devuelven bien por mal, responden a la arrogancia con mansedumbre, a la malicia con bondad, al ruido con el silencio, a las murmuraciones con la oración, al derrotismo con la sonrisa”.
“El Espíritu plasma a la Iglesia y al mundo como lugares de hijos y hermanos. Hijos y hermanos: sustantivos que vienen antes de cualquier otro adjetivo”, subrayó el Papa Francisco.
El Santo Padre explicó que el Espíritu Santo da a quienes lo reciben “una armonía tan profunda que puede transformar incluso las persecuciones en bienaventuranzas”. En cambio, “cuántas veces nos quedamos en la superficie. En lugar de buscar el Espíritu tratamos de mantenernos a flote, pensando que todo irá mejor si se acaba ese problema, si ya no veo a esa persona, si se mejora esa situación”.
“Una vez que termina un problema, vendrá otro y la inquietud volverá. El camino para tener tranquilidad no está en alejarnos de los que piensan distinto a nosotros, no es resolviendo el problema del momento como tendremos paz. El punto de inflexión es la paz de Jesús, es la armonía del Espíritu”.
Frente a soluciones rápidas “lo que necesitamos sobre todo es el Espíritu: es Él quien pone orden en el frenesí”. Porque “sin el Espíritu, la vida cristiana está deshilachada, privada del amor que todo lo une”.
“Sin el Espíritu, Jesús sigue siendo un personaje del pasado, con el Espíritu es una persona viva hoy; sin el Espíritu la Escritura es letra muerta, con el Espíritu es Palabra de vida. Un cristianismo sin el Espíritu es un moralismo sin alegría; con el Espíritu es vida”, insistió el Papa.
Recordó que los cristianos necesitan el Espíritu de unidad “que nos regenere como Iglesia, como Pueblo de Dios y como humanidad fraterna”.
“Para ser espirituales, para gustar la armonía del Espíritu, debemos poner su mirada por encima de la nuestra. Entonces todo cambia: con el Espíritu, la Iglesia es el Pueblo santo de Dios; la misión, el contagio de la alegría; los otros hermanos y hermanas, amados por el mismo Padre. Pero sin el Espíritu, la Iglesia es una organización; la misión, propaganda; la comunión, un esfuerzo”, concluyó el Papa Francisco.
Fuente: Aciprensa