cimientos Muchas veces hemos escuchado que nuestros pequeños son como esponjas y dicha afirmación la enmarcamos sobre todo al ámbito educativo en sentido estricto. Y así es, nuestros hijos necesitan que seamos ejemplo de orden, de disciplina, pero también de generosidad, de amor y de Fe.

Así, el pilar fundamental, en mi opinión, en el que podemos y debemos poner nuestro más amoroso esfuerzo es que seamos ejemplo de vida cristiana y de oración.

Os puedo contar que en el bautizo de mis hijos el sacerdote nos lanzó una pregunta muy sencilla, ¿qué queremos que sean nuestro hijos/as cuando sean mayores?; y ante múltiples respuestas que se nos pasaron por la cabeza (médico, abogado, notario, que sea feliz, que sea lo que él quiera …), él nos dio una respuesta básica; “que sean buenos cristianos” y añadió, “nada más y nada menos”, y ciertamente en dicha manifestación de intenciones, que exige un compromiso de vida, encontramos la respuesta a todo lo demás.

Por eso no debemos despreciar la temprana edad de nuestros hijos, (2 ó 3 años) sino que debemos explotarla al máximo sabedores de que estamos afianzando unos cimientos sobre los que se podrá construir lo que nuestros hijos desde su más absoluta libertad quieran construir.

Debemos permitir que nos vean rezar, y que lo hacemos con naturalidad, que vean como vamos a misa, y que lo hacemos felices, que cuando surge la ocasión, al entrar o salir de casa, al ver una imagen, etc, tenemos un gesto de cariño con Jesús o con la Virgen, que les hablemos de ellos como podemos hablarles de sus abuelos o de sus tíos, y que les hablemos de su ángel de la guarda y nos hagamos pequeños con ellos.

A oraciones tan sencillas y bonitas como el ángel de la guarda y el jesusito de mi vida rezadas con ellos por la noche, podemos darles una explicación también sencilla y comprensible a su corta edad y algo tan simple se volverá importante y gratificante para ellos y para nosotros, como la lluvia fina y continua que va calando los campos y garantiza una cosecha abundante.

Os aseguro que no será sólo un bien para nuestros hijos sino que también será un enorme bien para nosotros mismos y para nuestros matrimonios, y así, os propongo un ejercicio que no os va a quitar más de un minuto; que cuando llegue ese momento del día en que “por fin” estando los niños metidos en la cama, dormidos, mostrándonos esa paz y esa pureza que quizás a lo largo del día haya estado “difuminada”, nos detengamos en contemplarles en silencio, y nos daremos cuenta que esas pequeñas esponjas son un verdadero milagro, (en una sociedad en la que se dice que ya no existen los milagros), que son como auténticos ángeles por quienes debemos dar gracias y, sinceramente creo, nuestro ejemplo cristiano diario para con ellos, será nuestra propia y más amorosa oración a los ojos de Dios y de su Madre. cimientos

Autor: Enrique De Grassa

Fuente: Son tus Hijos

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