Estás por casarte, por dejar tu soltería, por unir  tu vida a la persona que te hace suspirar, y eso supone que vas a entregar o comprometer tu vida en una relación muy especial. Es importante por eso que tú y tu pareja reflexionen juntos en las características de este compromiso para que estén seguros que los dos han entendido bien a qué se comprometen.

Aquí te damos una serie de nociones para que tu diálogo de pareja se centre en los objetivos o compromisos fundamentales a los cuales deben prepararse:

Me comprometo a entregar todo de mi  y a recibir todo de ti: 

Cuando pronuncies tu compromiso o consentimiento ante el altar vas a declarar que tienes la voluntad, que se transformará en decisión, de compartir tu vida y todo lo que ella implica (tu cuerpo y tu interioridad, tus conocimientos, tus habilidades, tus posesiones y tus planes), con la otra persona. Con dicha entrega deseas unirte a la otra persona para formar una sola realidad con ella. Así, lo que le duela, le haga falta o le moleste al otro, será lo que a ti también te duela o te afecte. El otro aspecto de la entrega es también la acogida o aceptación del otro, tal cual es. Por eso en el consentimiento se dice: “Yo me entrego a ti como esposo(a)… para… Y la segunda parte es: Y te recibo a ti como esposo(a), es decir será una entrega generosa y un acto de permanente dedicación mutua

 

Es un compromiso “para toda la vida

“Todos hemos oído o visto en películas que el día de la boda los esposos se dicen: “Yo te prometo a Ti, serte fiel en prosperidad, o adversidad, en salud y en enfermedad, y amarte y respetarte todos los días de mi vida….” Esto significa que la fidelidad del matrimonio no se reduce a amar sólo a la pareja y nunca dejarla o dejarlo por otra persona,  sino a estar con ella y para ella, buscando en todo y en toda circunstancia la ocasión para complacer, servir y hacer feliz a la otra persona. Ahora bien, podemos decir que amar a la pareja cuando todo es prosperidad, cuando hay salud y bienestar, es relativamente fácil. Pero, de lo que se trata es de saber si estás dispuesto (a) a amar, aunque no todo salga bien, cuando lleguen las enfermedades o cuando ya no se tenga la belleza, ni el vigor y salud de la juventud.

 

Debes entonces preguntarte si realmente estás dispuesto (a) a continuar con los detalles, con los gestos de amor, con el respeto y la decisión de demostrar siempre tu amor con hechos de servicio y de dedicación a tu pareja y a los hijos que nazcan de su unión.

Se trata también de una tarea continua de cultivar el amor pero también de hacer que  la relación crezca en intimidad y unión. Y este es un acto de voluntad o decisión que debes hacer siempre.

 

Es un compromiso generoso con la vida y a favor de la vida:

 El amor matrimonial supone que la pareja sea lo suficientemente generosa como para trascender más allá de los dos y abrirse a la posibilidad de la procreación. Es decir, el amor matrimonial está llamado a colaborar con amor y responsabilidad en la obra creadora de Dios por la cual entrega nuevas vidas al mundo. Esta Belle misión hará de la pareja una familia y traerá sin dudas las grandes alegrías que los hijos aportan, pero también una gran responsabilidad y retos para la pareja.Por eso, la procreación supone que la pareja no piense sólo en tener los hijos que quiere sino también en los que puede criar y educar. Por eso está llamada a que haga uso de su sexualidad de manera generosa y responsable, absteniéndose de relaciones sexuales en los días en que no es conveniente engendrar y disponiéndose a la vida en los días en que pueden abrirse al don de la fecundad, sin forzarla ni atrofiarla.

Este compromiso debe por eso ser también acordado y discutido por la pareja antes de iniciar su vida sexual, como parte de su preparación a la maternidad y paternidad. Los dos deben informarse sobre los métodos de planificación natural (Planificación Familiar Natural PFN) y escoger de común acuerdo aquel que seguirán.

En fin, el matrimonio te dará la ocasión de realizar el sueño de toda pareja de amarse totalmente y para siempre. Pero este ideal es un compromiso al cual deberás dedicar todas tus energías al tiempo que pides la gracia de Dios para que más allá de tus fuerzas y de las dificultades, sea Dios quien anime y sostenga tu amor y el de tu pareja, en la difícil pero bella misión de ser una sola carne, o lo que es igual, un matrimonio unido y feliz.

Cinthya Montalvo

Publicado originalmente en Por tu matrimonio

 

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