El pino también hace referencia al tronco de Jesé mencionado en la Sagrada Escritura, en la que se alude a la descendencia del Rey David, ya que Jesé es Padre de este Rey.
En esta época del año la mayoría de las familias adornan su casa con un árbol de Navidad. Pero, pese a que es una costumbre muy arraigada en México y otros países, muy pocas personas saben cuál es el sentido que los católicos damos a este símbolo.
Durante el Ángelus del 19 de diciembre del 2004, el Papa Juan Pablo II explicó que el árbol de Navidad era una costumbre muy antigua que exalta el valor de la vida, pues en el invierno las ramas siempre verdes se convierten en un signo de la vida que no muere.
Aseguró que se suele decorar el árbol y poner regalos por debajo, y que ello también es un símbolo muy elocuente desde el punto de vista cristiano, ya que nos recuerda el árbol de la vida (ver Gen 2,9) que representa a Cristo y que es el regalo supremo de Dios hacia la humanidad.
Por lo tanto, el mensaje del árbol de Navidad es que la vida es ‘siempre verde’, es decir, eterna, si uno se da en la amistad y el afecto sincero, en la ayuda fraterna y en el perdón, en el tiempo compartido y en la escucha mutua.
En algunas culturas antiguas, el árbol es considerado como árbol sagrado o mágico, y los cristianos lo tomamos como símbolo de eternidad que ofrece Dios al hacerse hombre.
Es interesante mencionar que encontramos la presencia del pino y el ciprés como signos de vida eterna en sarcófagos del siglo IV en las catacumbas de Roma.
Además, una piña gigante, perteneciente al pino, de más de 3 metros de altura, estuvo en el atrio de la Antigua Basílica de San Pedro desde el siglo IV hasta el siglo XVI.
El pino también hace referencia al tronco de Jesé mencionado en la Sagrada Escritura, en la que se alude a la descendencia del Rey David, ya que Jesé es Padre de este Rey.
Publicado originalmente en Desde la Fe