“Tomás, dijo el doctor, debes ser valiente, el niño viene con síndrome de Down”.
En la vida hay ocasiones en que es necesario afrontar las circunstancias con valentía. Como a la muerte de algún ser querido o una enfermedad incurable.
La valentía o fortaleza física como también se le llama, no consiste en no tener miedo al daño físico o al dolor, sino en superarlo y afrontarlo. Pero también hay otra fortaleza superior a la física que es la fortaleza moral. Esta consiste en tener el coraje de enfrentar posibles daños como el rechazo o la injusticia o la segregación, cuando se defienden convicciones políticas o religiosas o valores muy elevados.
Un científico valiente objeta el uso de pesticidas que dañan la atmosfera, aunque lo puedan despedir. O el padre de familia que cumple sus deberes de cada día contra toda dificultad, pese a la desesperación o el deseo de renunciar.
Esta valentía no debemos confundirla con la temeridad ilusa, de enfrentar peligros sin conciencia, valiente no es el que no tiene miedo, sino el que teniéndolo lo supera. El temerario podría parecer valiente, pero puede que sea solamente inconsciente del peligro. La valentía implica superar conscientemente las dificultades con una voluntad inquebrantable, pero por un por valor muy alto.
Para Aristóteles la valentía consiste en tener la cantidad correcta de miedo junto con el sano juicio de los riesgos. Epíteto decía que es la correcta combinación de confianza y cautela.
Qué ¿quién nos da ejemplo? Sin duda Jesucristo en su Pasión, ciertamente sufrió una agonía en el Huerto de los Olivos, pero su decisión estaba tomada, y pese a todo se entregó como cordero inmaculado al matadero.
La fortaleza nunca está aislada, siempre se necesita saber qué es lo justo, y de proceder con prudencia, hay que ser valientes por el valor correcto en el momento correcto. Monseñor Romero debió decir su palabra reconociendo el riesgo que esto implicaba.
Cuando en la juventud decidimos cuales van a ser nuestros valores más altos para la vida, necesitamos reflexionar en cuál será el más alto, o sea aquel por el que daríamos la vida. Hombre o mujer valiente es quien cede sus comodidades y afronta los peligros reales o las posibles grandes pérdidas en búsqueda del bien común, o de su familia, o de su integridad moral o el respeto a la vida o la libertad.
“La fortaleza es la virtud moral que asegura que en las dificultades seguiremos con firmeza y constancia la búsqueda del bien. Reafirma la resolución de resistir a las tentaciones y de superar los obstáculos…hace capaz de vencer el temor… y de hacer frente a las pruebas e ir hasta la renuncia y el sacrificio de la propia vida… al decir de Jesús “En el mundo tendréis tribulación. Pero ánimo: Yo he vencido al mundo” (Jn 16,33)”. CIC 1808.
Y Tomas se acordó de todo esto y dijo al médico: “Claro lo recibiremos con muchísimo cariño, cueste lo que cueste, será protegido y amado, pero ¡Dios mío, dame tu fortaleza!”.
Teófilo Aguilar