Debemos hacer un esfuerzo por servir a los demás, de buscar y promover lo que sea bueno para ellos y hacerlo como Cristo lo ha hecho con nosotros, con gran paciencia, bondad y generosidad
¿Cómo aprender a amar a Dios?
P: “Estimado Padre John, si la oración contemplativa es buscar a Aquel a quien mi alma ama, ¿qué es lo que uno hace para aprender a amar a Dios?
Esto es, entre los laicos, como una inmensa laguna en el desarrollo de la vida y espiritualidad católica. Le enseñamos a la gente como alabar, como rezar, lo que está bien y lo que está mal, pero jamás les enseñamos a las personas -ya sean jóvenes o viejos- cómo amar al Dios que no podemos ver, tocar y sujetar y lo que es ese amor comparado con el amor a nuestra madre o amigo(a) o esposo(a) o hijo(a). ¿No queda hueca la oración contemplativa mientras no lleguemos a ese punto?
R: Si estuviéramos teniendo una conversación en persona, mi respuesta a tu pregunta sería otra pregunta: ¿Qué quieres decir con «amar»? Esta es una palabra que puede ser utilizada de muchas maneras. Comencemos por reflexionar juntos sobre ese término.
El amor como una emoción
El amor puede ser una emoción o una virtud. Como emoción, éste consiste en un sentimiento de atracción hacia alguien o algo.Junto con ese sentimiento de atracción, experimentamos el deseo de poseer o de estar conectado al objeto amado. En este sentido, podemos hablar de «amar» los helados, o los gatos o las películas. Este significado también está vinculado a la experiencia de «enamorarse», lo que involucra un sentimiento poderoso, algunas veces casi arrollador, de atracción por otra persona. Muchas veces este sentimiento es inmediato, misterioso e irracional. Eso no lo hace menos energizante, influenciante o importante.
El amor como una virtud
La palabra «amor» también puede referirse a una virtud: la virtud de querer que otra persona exista y prospere. A esto es a lo que nuestro Señor se refería cuando nos ordenó «ama a tu prójimo como a ti mismo» (Mateo 22,39). Esta es la decisión de buscar y promover el bien de los demás, sin importar como me siento respecto a ellos. Puedo sentir una aversión emocional fuerte hacia algunos, pero aún puedo amarlos en este sentido de la virtud –de hecho, se me ha ordenado amarlos a pesar de tener emociones contrarias. Otro término utilizado para describir esta clase de amor cristiano, el cual toma en cuenta solo la necesidad del otro, no la propia emoción que me une a él o ella, es la misericordia (y algunas veces la «caridad»).
Obras de misericordia
Desde los primeros siglos del cristianismo, la Iglesia ha enseñado que esta virtud de amar al prójimo es la parte central y medular del vivir cristiano. Tradicionalmente, la Iglesia recomienda las «obras de misericordia» como el camino ordinario para que ejercitemos este amor. El Catecismo resume esto en el n. 2447:
Las obras de misericordia son acciones caritativas mediante las cuales ayudamos a nuestro prójimo en sus necesidades espirituales y materiales. Instruir, aconsejar, consolar, confortar son obras espirituales de misericordia, como también son el perdonar y sufrir con paciencia. Las obras corporales de misericordia consisten especialmente en dar de comer al hambriento, dar techo a quien lo tiene, vestir al desnudo, visitar a los enfermos y a los presos, sepultar a los muertos.
Como en toda virtud, crecer en el amor requiere ejercitar el amor. Por tanto, una manera clave para que crezcamos en el amor (como tú preguntas) es simplemente ejercitar esta virtud del amor. Debemos hacer un esfuerzo por servir a los demás, de buscar y promover lo que sea bueno para ellos y hacerlo como Cristo lo ha hecho con nosotros, con gran paciencia, bondad y generosidad (ver 1 Corintos 13).
Extracto de artículo publicado originalmente en La oración