Las chicas son muy competitivas, incluso entre hermanas. Pero nosotros, como padres, podemos ayudarlas a llevarse bien. Sigue estos 10 consejos para que tus hijas tengan una mejor relación.
No compares sus logros: Por más que se trate de algo pequeño como ‘Sofía se comió toda su cena, ¿por qué tu no puedes terminar?’ o algo más grande como ‘Andrea se sacó puros 20, 3 medallas de oro en los Juegos Olímpicos del colegio y fundó una ONG para ayudar a perros huérfanos, ¿por qué tu no puedes sacarte buenas notas?’, comparar no va a ayudarlas. Tus hijas ya son de por sí muy competitivas entre ellas, como para que encima le eches más leña al fuego. Además, solo porque las personas nacen con los mismo padres no quiere decir que sus personalidades tengan algo en común.
Evita etiquetarlas: La bonita, la inteligente, la deportista, la graciosa, la hija perfecta, la estropeada. Es difícil evitar ser etiquetados mientras se crece, pero la última cosa que una niña necesita es oírlo de sus propios padres, quienes supuestamente son los que la conocen mejor que nadie.
La niñez y la adolescencia, sobre todo ésta, se tratan de averiguar quién eres. Al darle a nuestras hijas la respuesta antes de que lo sepan por ellas mismas, corremos el riesgo de limitar su crecimiento y desarrollo, y su felicidad. Por ejemplo, si a tu hija le haces creer que ella es “la linda”, puede no esforzarse académicamente, ya que su hermana es “la de las notas altas” y no ella. Si constantemente les dice a tu hija que es “la graciosa”, cuando se vea obligada a hacerle frente a una situación difícil, ella podría sentir como si no se le permitiese estar triste.
Diles que estás muy orgulloso: La infancia es también una época de inseguridad, y los elogios de mamá y papá significan el mundo, incluso si tus hijas tienen la edad suficiente para pretender que no les importa lo que pienses. Sólo asegúrate de prodigar los elogios de manera uniforme, a todas tus hijas por igual. Por otra parte, si una de ellas es aparentemente mejor en todo, encuentra momentos en los que las otras chicas están sobresaliendo y diles lo orgulloso que te hacen. Además, a veces los elogios funcionan como profecía autocumplida.
Anímalas a realizar diferentes actividades extracurriculares: Si una hija muestra una inclinación natural por el violín, inicia a tu otra hija en otro instrumento, como la guitarra. Si a una le gusta el vóley, alienta a la otra para que practique básquet. Sería bueno evitarles episodios tipo Venus y Serena Williams, para que tus hijas no terminen peleando por los primeros puestos. Ellas están encontrando sus propias identidades, y los gustos e intereses únicos son claves para esta etapa. La diferenciación también servirá como un inhibidor natural de la rivalidad.
Pasa tiempo con cada una por separado: Incluso si tu horario de trabajo es horrible, hazte un tiempo para cada uno de tus hijos. Pero que estos momentos sean especiales. Anda a tomar un café con una de tus hijas y conversen sobre cómo le está yendo. Hornea galletas con la otra y hablen. Todo el mundo necesita sentirse especial. Si tus hijas siempre tienen a la otra hermana al costado cuando están contigo, no van a sentirse tan especiales.
Sé siempre neutral: Oh sí, peleas habrán. Pero no asumas que la que llora más fuerte es la víctima. A menos que haya huellas de mordeduras o marcas de quemaduras que demuestren la culpabilidad de una, ten presente que ambas contribuyeron por igual a la pelea y las dos tienen la culpa. Si todavía son pequeñas, recuérdales con tono firme que el uso de puños, uñas, dientes y/o pies es inaceptable en una discusión. Si ya son más grandes, y a menos que la situación se salga de control, déjalas resolver el problema por sí mismas.
Divide y vencerás: Todo el mundo necesita tiempo a solas, incluyendo tus hijas, sobre todo los fines de semana y feriados. Los fines de semana, designa una hora en la que todo el mundo tenga que hacer algo por sí mismo, leer, jugar, ejercitarse, hacer tareas. Si no puedes ponerlas en diferentes pisos de la casa, ponlas en cuartos separados en el departamento. Si tus hijas comparten el cuarto, entonces que se turnen. La separación física por unas horas hará que tus hijas se extrañen y pasen mejor los momentos en los que deben estar juntas.
Promueve actividades compartidas: Tus hijas también se beneficiarán de tener intereses y actividades en común, incluso si eso significa ver a la otra jugar un juego en el iPad o la compu de la familia. (Por lo menos van a estar sentadas una al lado de la otra sin discutir). Algunos psicólogos han postulado que las relaciones entre hermanos, sobre todo cuando son cercanos en edad, son esencialmente como primeros matrimonios. Como tal, tus hijas se necesitan mutuamente para aprender el arte del compromiso, de tomar turnos, y de discutir con argumentos.
Limita pasar ropa de la mayor a la menor: Es cierto que es una práctica económica, pero tu hija menor tiene tanto derecho como la mayor de gozar de cosas nuevas, especialmente ropa. La ropa para las niñas es muy importante, así que tu hija menor herede solo la ropa de su hermana mayor que esté en excelente estado y que también reciba cosas compradas especialmente para ella.
No tengas favoritos: Es muy humano llevarte mejor con algunas personas. Pero cuando se trata de tus hijas, incluso si una te hace muchos problemas y la otra es un pan de Dios, reconoce que cada una es especial a su manera. Esto también significa no convertir a una en tu confidente, con frases como: “no le digas a tu hermana, pero…”. Tu secreto no va a durar, porque tu hija podría jactarse frente a la otra de que tiene tu confianza y ésta va a pensar que la quieres menos. Guarda tus confesiones para alguien de tu misma edad. Por mucho que las amas, tus hijas no son tus mejores amigas. Lo serán cuando se conviertan en adultas.
Fuente original: Lucinda Rosenfeld, autora del libro “The Pretty One”, para The Huffington Post
Fuente: La Mama Oca