Podrá sorprender que en los bebes pueda darse situaciones depresivas, sin embargo es una realidad. Acostumbrados a escuchar el termino depresión y el cual se relaciona con personas en edad adulta, que ya tienen una vida recorrida podría no caber la mención de éste vocablo en los bebes.
La cuestión es entendida desde el trabajo de observación de varios teóricos, en los que se retoma
Al psicoanalista Rene Spitz, (Viena 1887 – 1974) quien trabajo con niños recién nacidos, en los cuales observó la expresión de los bebes al estar cerca de su madre, satisfechos de sentirse protegidos, amados y seguros. En el ser humano existe la tendencia innata a experimentar alegría cuando se cubren las necesidades básicas y existe el acercamiento en las primeras relaciones interpersonales, que en este caso son los padres y de modo particular la madre. Para el recién nacido la madre es el primer vínculo de afecto, siendo él, producto del amor de ambos progenitores.
Se justifica la depresión infantil, en consecuencia de la separación del niño, de ese primer vínculo de amor, pues fuera de esa relación las otras personas son desconocidas para él. En las etapas del desarrollo infantil se habla de problemas de ansiedad al octavo mes del nacido, pues existe en el niño una diferenciación de lo que es o no cercano a él, lo que es desconocido y ocasiona temor. Si esto se da en momentos cuando el niño se deja en brazos de personas, familiares. ¿Qué sentimientos experimentará el bebé, cuando tiene que ser separado de su madre por diferentes circunstancia?
El niño al tener cercanía de su madre, disfruta de un estado de placentero en el que es feliz, su carita y rostro lo demuestran; sus ojos vivos, su sonrisa ligera, sus manitas en constante movimiento. Pasa a otro momento, donde no conoce a las personas que lo acogen, y por lo que es imprescindible la pérdida de la relación; en ese cambio que suele ser una experiencia brusca, se puede desencadenar en el bebé síntomas depresivos. Las ilusiones que en el ser pequeñito empiezan a forjarse, las esperanzas de la vida plasmadas en los brazos de su madre, en aquella que le acoge, le atiende, le alimenta. Pueden volverse decepciones en el momento de la separación.
El niño va creciendo en su primer año de vida junto con la formación de su desarrollo afectivo, el cual se manifiesta en distintas fases:
- Esta etapa se da desde el nacimiento al primer trimestre, el niño no distingue lo que es externo de él, se ve a sí mismo como un ser potente, capaz de alimentarse por sí solo, expresión de un narcisismo puro.
- La sonrisa, que se da a partir del tercer mes de nacido, expresión de socializar y relacionarse. Establece las primeras relaciones objétales y no sonríe ante extraños.
- La etapa que va de los 8 meses al año, el bebé distingue perfectamente quien cuida de él, reconoce a la madre quien le prodiga cariño, y empieza a sufrir la angustia cuando es separado de ésta.
Posterior a que el niño haya establecido una relación en los primeros meses de vida con su madre y es separado de ésta, pasa por una serie de secuencias inmediatas a la separación, como lo son: el llanto expresión de la ansiedad que está experimentando al ser arrancado de mamá, totalmente contrario a la felicidad que estaba viviendo. Después del llanto el niño expresa cansancio y dolor, en una actitud retraída, como perdido, aparentemente pasivo, pero con un sufrimiento interno dándose la depresión, ausentándose y perdiendo el interés de lo que existe a su alrededor. Este síntoma depresivo del bebé se da por la pérdida de objeto y expectativas al ya no tener a su madre consigo. Las manifestaciones corporales del niño empiezan a cambiar, visualizándose particularmente en su carita. No se percibe sonrisa, y sus ojos vivos parecen perdidos.
Algunos síntomas palpables, que expresan la depresión anaclítica son:
• Ausencia de llanto, pareciera que al niño no le faltara nada
• Sueño profundo y continuo. El niño no despierta ni para pedir alimento
• Inmovilidad en expresión corpórea. Demasiada quietud, bebes que pueden pasar horas en la misma posición.
• Pérdida de peso, retraso en el crecimiento
• Insomnio, en general el bebé se alimenta del sueño. Los niños de 0 a 1 año duermen en promedio de 16 a 20 horas. El que permanezca despierto es un síntoma depresivo.
Comparando la depresión infantil, con la del adulto tiene síntomas semejantes, cuando se da la pérdida de objeto en la relación amorosa. Tristeza profunda expresada en pasividad, dormir muchas horas, o insomnio prolongado, falta de apetito. Solo que en el bebé es más difícil identificar cuando está pasando por un estado depresivo, por lo cual de manera sana, se debe estar al tanto de las necesidades del niño.
Es esta primera etapa de vida importantísima, para el desarrollo saludable del psiquismo, teniendo presente que desde la gestación el feto va sintiendo y palpando, lo que hay en el ambiente. Percibe las sensaciones de la madre, la situación que lo envuelve. Por ello hacer el esfuerzo porque el ambiente en el que se desarrolla el nuevo ser, sea agradable.
Lic. Emma Monjaraz Anguiano