En este primer domingo de Adviento se nos invita, pues, a estar vigilantes. Dios da una fiesta en su montaña santa y todos estamos invitados a participar.
Isaías 2,1-5 Romanos 13,11-14 Mateo 24,37-44
Estamos empezando el año litúrgico con el Adviento que nos conduce a la celebración de la Navidad. Adviento, es una palabra de origen latino, adventus, que significa venida. Se trata de la venida del Señor; pero puede ser y es una venida pluridimensional: hablamos de su venida “histórica”, cuando el Verbo de Dios “se hizo hombre y habitó entre nosotros”, venida que celebramos de manera especial en la Navidad. Hablamos también de su continua venida en nuestras vidas y, especialmente, en la eucaristía; hablamos de su venida final, en la gloria plena y definitiva de su Reino.
El profeta Isaías, anticipa la venida del Señor, no en sí misma, sino en sus efectos. Habla de la futura conversión de las naciones y del reinado de paz que se establecerá cuando el Señor venga: “De las espadas forjarán arados y de las lanzas podaderas ya no alzará la espada pueblo contra pueblo, ya no se adiestrarán para la guerra”.
San Pablo en su carta a los Romanos, dice que “se acerca el día”. Se trata de un lenguaje casi técnico, que usa para referirse al momento en que el Señor vendrá al final de la historia, a la segunda venida de Cristo. Es otro “adviento”, al que se dirige también nuestra atención; anticipado obviamente en la venida según la carne del Hijo de Dios. También Jesús, en el evangelio, habla de esa segunda venida. Él pone el acento en la necesidad de “vigilancia” para estar preparados cuando venga. Éste es un aspecto importante de las actitudes con que debemos celebrar el tiempo de Adviento.
Una persona vigilante y alerta es también una persona que actúa. El tiempo de la visita del Señor nos pide romper con el reino del pecado: debemos vivir de una manera nueva. Ese llamado a vivir de una manera nueva no es un llamado a la melancolía o la opacidad: significa, más bien, que Dios nos llama a la verdadera alegría y paz.
En suma, en este primer domingo de Adviento se nos invita, pues, a estar vigilantes. Dios da una fiesta en su montaña santa y todos estamos invitados a participar. Esa fiesta se hace realidad en esta eucaristía, en la que participamos. ¡Caminemos en la luz del Señor!
Pbro. Jacinto Rojas Ramos