La adolescencia es una etapa no exenta de incertidumbres, cambios más que evidentes y comportamientos desconcertantes tanto para las adolescentes, como para sus madres y padres.

Para la familia supone una experiencia vital paradógica ya que por un lado podrían estar más cerca de sus hijas dado que estas están evolucionando rápido y acortan diferencias con la edad adulta, pero por otro lado, los cambios no se producen de manera lineal sino bruscamente, provocando en muchos casos, importantes brechas.

Si hay una etapa vital que revoluciona al ser humano desde diferentes ámbitos de influencia, esa es la adolescencia. Hormonal, madurativa, social y psicológicamente, la adolescencia nos cambia.

Las chicas adolescentes: de princesas a malotas

Las niñas en edad adolescente, especialmente durante los últimos años, han transgredido tópicos y desorientadas, se han intentado acercar a los chicos en un alarde desesperado de igualarse a estos. Pero en esa competitividad, Angel Peralbo, Psicólogo Director del Área de Adolescentes del Centro de Psicología Álava Reyes y autor del libro De niñas a malotas, asegura que «hemos visto que en muchos casos, esto se ha traducido en un aumento de algunas conductas de las llamadas de riesgo, como beber, fumar o tener relaciones sexuales precoces, por poner solo algunos ejemplos. El resultado ha creado mucha desorientación vital en el seno familiar».

Lo interesante de estas etapas previas a la adolescencia para madres y padres, es en realidad, la posibilidad de conocer bien cómo son sus hijas y cómo fortalecerlas para cuando más que guiar lo que deban hacer sea facilitar o acompañar.

«Lo primero que yo les sugiero y ante todo», afirma el psicólogo Ángel Peralbo, «es afrontar el miedo que ya desde tiempo atrás, manifiestan muchas veces a la temida adolescencia. Pensar que es una etapa repleta de buenas oportunidades para demostrarle a la vida que merece la pena, que no todas las experiencias son negativas y que en cualquier caso es una etapa que hay que pasar, que no hay atajos, pero que termina sin lugar a dudas. Reflexionar que aunque en ocasiones pensemos que no es así, quienes más perdidas están son precisamente sus adolescentes, por lo que vendrá bien permanecer cerca de ellas con seguridad y entereza, cercanía y firmeza».

Las adolescentes: cuando se hacen mayores

Cuando se hacen mayores es como si cambiaran de escenario y tuvieran que adaptar o cambiar de atuendo de forma inmediata. Nueva imagen, nuevas amigas, descubrimientos, sensaciones que hasta ese momento eran desconocidas. En este sentido, el psicólogo Ángel Peralbo aconseja «ante todo ello, el hecho de que los padres mantengan la calma y transmitan serenidad evitará que ellas se enfrenten aún con más fuerza a sus progenitores, a los que tacharán de pasados de moda. «Tú no me entiendes» y cosas por el estilo».

No entrar en confrontación constante facilitará poder permanecer lo suficientemente cercanos como para observar bien sentimientos, que de otra manera quedarán ocultos pero que tendrán su efecto en las adolescentes, quienes a través de comportamientos extremos, muchas veces reflejan lo que no saben o no quieren que se sepa: el cómo se sienten, el cómo padecen sus relaciones sociales, su primera atracción por amigos y amigas, sus sentimientos de inferioridad, etc.

Y el que con todos sus errores, salidas de tono y afrentas imposibles, sigan sintiendo afecto incondicional, será la base sobre la que las madres y padres podrán construir todos su nuevo estilo educativo para con sus adolescentes. Son un tesoro, en bruto, pero un tesoro.

Marina Berrio

Fuente: HACER FAMILIA

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