Quisiera empezar por reconocer mi más profunda debilidad: soy una ferviente enamorada del amor. Mi corazón ha sido destrozado ya varias veces porque nunca supe, hasta hoy, cuál era el verdadero camino para encontrar ese verdadero amor con el que tanto he soñado.
He “amado” de manera muy intensa a tres personas en el transcurso de mi vida. Siempre ponía en bandeja de plata mi corazón y lo entregaba todo, creyendo que recibiría lo mismo por parte de mi pareja. La verdad es que nunca fue así.
Mi primer amor lo tuve a los 13 años. Él tenía la misma edad que yo. Adoraba a ese muchacho, pero reflexionando al día de hoy —ya tengo 36 años— lo que yo realmente sentía por él no tenía nada que ver con amor. Me encantaba físicamente, admiraba su personalidad tan extrovertida y llamativa, pero ese chico de entonces resultó después de varios años ser una persona ruin y manipuladora.
Perdí mi virginidad con él a los 18 años y la relación terminó poco tiempo después, cuando íbamos casi por los 20 años, pues él había decidido poner la mira en mi hermana menor que tenía 15 años.
Cuando se terminó esa relación me dije a mí misma: “solo se ama una vez”, así que a mis 20 años pensé que esa puerta se cerraba para mí. Sin embargo, poco tiempo después, conocí a un hombre deslumbrante, guapísimo, alto, inteligente, exitoso, y el flechazo fue casi instantáneo. Él era 11 años mayor que yo.
No pasó mucho tiempo para que la relación pasase al plano físico, y la amistad que se había comenzado a forjar entre nosotros empezó a tambalearse, más aún cuando yo quedé embarazada. La “opción” del aborto jamás cruzó por mi mente, pues siempre pensé que si una juega a ser adulta entonces también debe afrontar las consecuencias que pueden resultar de esa decisión, y eso obviamente incluye un embarazo.
Es así que decidí seguir adelante y él decidió apoyarme y nos casamos. Pronto teníamos nuestra pequeña familia de 3 y luchábamos día a día para salir adelante. Yo continué con mis estudios en la universidad y criando a nuestra hermosa pequeña, pero con la convivencia y en el día a día fui notando lo diferentes que éramos. Después de 6 años llegó nuestro segundo hijo pero cada día que pasaba él estaba un paso más lejos de nosotros y otro más cerca de una secretaria de su oficina.
Unos años después la convivencia se hizo insoportable. No podía vivir más al lado de alguien que me mentía todo el tiempo y le pedí que se marchara. Así me quedé sola a los 30 años y con 2 niños que criar.
No pasó mucho tiempo para conocer a alguien más. Esta vez esta persona era ¡20 años mayor que yo!, también divorciado. Igual que los dos casos anteriores, me deslumbró por ser tan carismático, pero también terminó siendo ser muy parecido a los dos anteriores en los aspectos negativos de su personalidad. La verdad, intenté terminar muchas veces con esa relación dañina, pero por razones obvias, él no me dejaba ir. Me había convertido en su “dosis de vitaminas” y mi energía y vitalidad se habían convertido en su droga. Y así, yo siempre volvía a él porque era lo único que tenía, lo único que se parecía al amor.
Más o menos a los 31 años empecé a acercarme a Dios de manera tímida. Comencé a preguntarme: ¿Por qué atraigo a mi vida a personas así? ¿Será que no merezco algo mejor? ¿Qué he estado haciendo para provocar todo esto?
Gracias a mi cercanía con Dios conocí de La Opción V y allí estaban mis respuestas. Mi enfoque no había sido el correcto, dejaba siempre que la atracción fuera el motor de mis relaciones, nunca profundicé demasiado en conocer realmente a la otra persona antes de pasar al plano físico, nunca hubo una amistad previa y puedo decir incluso que a la única persona que realmente amé fue a mi ex esposo, pero lamentablemente no fui correspondida.
Hace unos meses decidí optar por la castidad y me llené de valor para terminar mi última relación. Esta vez corté definitivamente y puedo decir que hoy estoy feliz y en paz conmigo misma. No estoy interesada en conocer a nadie y si en algún momento eso sucede haré las cosas de una manera realmente distinta.
También les comparto que hace poco tuve la oportunidad de asistir con mi hija —que ya tiene 14 años— a dos conferencias espectaculares organizadas por La Opción V, sobre “¿Cómo encontrar el amor verdadero?”, dadas por el P. Jurgen Daum y Marcela Palos. Puedo decirles que salí maravillada y que pude presentarle a mi hija, una de las personas que más amo en este mundo, una opción que a mí nunca me presentaron, por lo menos no de una manera tan realista y convincente como lo escuché en aquellas conferencias. Este mensaje ha llegado a nuestra vida en un momento preciso. Como madre quiero lo mejor para ella, quiero que disfrute de una vida llena de amor y paz, no quiero que vaya por la vida con un corazón roto y una depresión a cuestas. ¡Solo hubiera deseado que un proyecto tan maravilloso como La Opción V existiese desde hace 20 años atrás!
Yo siempre fui una rebelde sin causa y jamás nadie supo, como hasta ahora, darme argumentos realmente sólidos de por qué la castidad hubiera sido una buena opción para mí.
¡Cuánto agradezco que mi hija haya podido ver una pequeña demostración de lo maravilloso que es amar de verdad y lo buena que es la vida si uno vive en base a los principios del amor verdadero! Es algo simplemente renovador y te llena de esperanza. ¡Estoy tan agradecida por la oportunidad que me dieron de experimentar algo tan genuino y conmovedor junto a mi hija, y por haberme enseñado que el amor verdadero sí existe!
Hoy estoy inmensamente feliz de pertenecer a una iniciativa tan maravillosa como esta, y lo que me hace más feliz aún es que llegó en un momento súper especial a mi vida y a la de mi hija. Ambas estamos conociendo más a profundidad sobre La Opción V, estamos hablando mucho sobre el tema y estamos leyendo juntas —previamente lo leí yo sola y me pareció tan apropiado para mi hija— el libro Pureza y Sexualidad, para mujeres que quieren ser amadas de verdad, del P. Jurgen Daum. Cada día nos sentimos más cercanas y puedo asegurar que hasta más amigas. Conversamos mucho sobre lo que vamos leyendo en el libro y nuestra relación se ha estrechado aún más.
Finalmente quiero dejarles un mensaje desde mi experiencia: ¡Nunca es tarde para hacer las cosas de la manera correcta! ¡Nunca es tarde para buscar nuestra felicidad! Si lo que queremos para nosotros y para quienes amamos es algo realmente bueno, tenemos que luchar por ello y nadie dice que será fácil. ¡El amor verdadero sí existe!, pero no cualquiera puede acceder a él, implica asumir un camino que requiere mucho esfuerzo y constancia.
Sueño con volver a amar alguna vez, espero algún día completar este testimonio con un final feliz como de cuento, estoy segura de que esta vez será diferente, porque tengo a Dios de mi lado.
E. M., 36 años. Testimonio escrito para La Opción V.
* ¡Este Blog es un espacio creado para ti! Tú también puedes enviarnos tus preguntas, testimonio o reflexiones a laopcionv@gmail.com, con nuestro compromiso de guardar tu identidad en la más absoluta reserva. Con tu colaboración y participación podremos ser cada vez más quienes creemos que el amor verdadero sí existe, y que el camino para alcanzarlo es la castidad!
Fuente: www.laopcionv.com