¿Qué podría ser lo más urgente cada noche para una persona que vive en las calles? ¡Lo mismo que cualquier niño podría necesitar en su casa!
Vincent Pettinicchio estudiante de la Escuela Primaria Católica Whitford de Australia tenía siete años de edad el año 2013, cuando una noticia conmovió su alma. Miraba con su madre televisión y no pudo contener el llanto al informarse que en un tiroteo había muerto un hombre inocente, pobre, que vivía en las calles de Perth. Estuvo así de triste todo el fin de semana hasta que su madre le motivó en que pensara cómo podía ayudar a otra persona.
No tenía que darle muchas vueltas al asunto señala el pequeño, pues había visto él mismo la crisis de los sin techo en su región (WA- zona occidente de Australia) mientras caminaba con sus abuelos que viven cerca de Perth: Jóvenes, mujeres, solitarios, arrastrando sus pocas pertenencias en un carro de supermercado, durmiendo en el suelo, alguno oliendo a orines, los descartados como diría Papa Francisco.
Haciendo alianzas
Quien primero le respaldó fue su propia madre y aunque lo que sería solo una acción solidaria se ha convertido en una obra de caridad formal, sigue animando al pequeño. De la misma forma Vincent encontró en el padre “Bono”, su primer aliado para recolectar fondos en la parroquia St. Helena en Ellenbrook. Las comunidades parroquiales -como puede leerse en sus posteos de Facebook– han sido estratégicas para crear una red de solidaridad.
Al decidir sobre el qué haría pensó con la simpleza y profundidad de un niño y acertó. ¿Qué podría ser lo más urgente cada noche para una persona que vive en las calles? ¡Lo mismo que cualquier niño podría necesitar en su casa! cuenta Vincent que fue toda su reflexión.
Y decidió armar paquetes que incluyeran, recuerda, a lo menos una almohada, funda de almohada, toalla, maquinilla de afeitar, una manta, artículos de higiene personal, una botella de agua, un poncho, bloc de notas y bolígrafo. Sus compañeros de colegio fueron los primeros voluntarios que consiguió para armar los paquetes cuyo contenido obtuvo por donaciones tan directas como los 30 tubos de pasta de dientes que le entregó su propio dentista.
Una obra de amor que se proyecta
Cuando con siete años de edad comenzó el proyecto se propuso armar 50 paquetes, pero logró 185. Este año Vincent trazó el objetivo de 1.500 unidades, y de nuevo pudo ayudar a más personas, con 1.720.
Cada paquete lleva una nota escrita a mano por el pequeño o algún miembro del ejército de niñas y niños aliados en su fundación “Vincent’s Project for the Homeless”. En su página de Facebook y testimonios públicos que ha dado, el niño destaca que algunas de las personas sin hogar al recibir el paquete se emocionan leyendo esa nota cuyo texto dice: “Sólo para que sepas que a alguien le importas”.
Si deseas apoyar u obtener más información sobre el Proyecto de Vincent para las Personas sin Hogar ingresa en su página de Facebook pulsando aquí.
Publicado originalmente en Portaluz