La oración dirigida a la Madre desde un corazón sencillo, que habla buscando a Dios y no a sí mismo, es la forma en que el Padre Pío nos enseña a orar a la Virgen María.
La paz durante nuestro día y actividades se encuentra buscando un momento de silencio, dejando de lado nuestros compromisos unos minutos o una hora para pedir luz y ayuda para continuar. Oremos con estas bellas palabras reconociendo nuestra pequeñez y necesidad de fortaleza para continuar en el camino del bien.
Oración del Padre Pío a la Santísima Virgen María
Santísima Virgen Inmaculada y Madre mía María, a ti que eres la Madre de mi Señor, la Reina del mundo, la Abogada, la Esperanza, el Refugio de los pecadores, recurro hoy, yo que soy el más miserable de todos, te venero, oh gran Reina y te agradezco por todas las gracias me has dado hasta ahora, especialmente haberme librado del infierno, tantas veces merecido por mí.
Yo te amo, Señora amabilísima, y por el amor que te tengo, prometo querer servirte siempre y hacer todo lo que pueda para que tú seas amada más por los demás.
Pongo en ti, después de Jesús, todas mis esperanzas, toda mi salud, acéptame como tu siervo, y acógeme bajo tu manto, tú, Madre de Misericordia.
Y ya que eres tan potente ante Dios, líbrame de todas las tentaciones o obténme la fuerza de vencerlas hasta la muerte.
A ti te pido el verdadero amor a Jesucristo, de ti espero hacer una buena muerte, Madre mía, por el amor que tienes a Dios, te ruego me ayudes siempre, pero más en el último momento de mi vida. No me abandones hasta no verme salvo en el cielo, bendiciéndote y cantando tus misericordias por toda la eternidad.