Guadalajara Jalisco. esta imagen se venera en el templo de Jesús María. El Padre Marmolejo dice que ésta fue primero una imagen de la Asunción de María, pero que en 1772, cuando se fundó el convento de las dominicas, fue transformada en imagen de la Virgen del Rosario, mide 1.04 m y tiene un aspecto muy bello.
Fue conocida a raíz de un suceso extraordinario, el 13 de agosto de 1807, a las dos y media de la mañana, hora en que caía una fuerte y tempestuosa tormenta sobre la ciudad, sucedió que un rayo vino a pegar precisamente sobre la imagen dentro del convento.
Al fulgor llameante de un rayo, pudieron darse cuenta que la imagen había quedado totalmente quemada. El vestido de lienzo y la cabellera sólo chamuscados; pero el rostro ennegrecido, los ojos reventados. Al Niño Dios que tenía en los brazos, nada le pasó. Pasada la impresión, las hermanas la recogieron y trataron de restaurarla.
interpretaron esto como una señal de protección materna, que les había salvado la vida, dirigiendo el rayo sobre sí misma.
El día 18 del mismo mes de agosto de 1807, a las tres y cuarto de la tarde, avecinándose una tormenta con muchos truenos y relámpagos, y asustadas aquellas religiosas por la negrura de una nube que se retorcía y aleaba desesperada y furiosa sobre la torre de la iglesia del Convento de Jesús María, a una indicación de la Madre Priora, Sor María Francisca de la Concepción, se reunieron todas en el coro.
Estando ahí, comenzaron a ver que la imagen se transformaba repentinamente. Las monjas asombradas y sumamente conmovidas, empezaron a decir jaculatorias y alabanzas. Estaban desconcertadas, aquel trastocamiento de un rostro carbonizado y negro, luego inesperadamente blanco y luminoso, las ponía fuera de sí.
“Luego de aquel deslumbramiento, vieron que la imagen había tomado el color natural de la escultura: los ojos, que desde la caída del rayo tenía destrozados, se le abrieron y se le veían brillar como diamantes. El rosario que es de perla falsa, que con el rayo había quedado negro, se tornó blanco en el color que antes tenía”.
A partir de este suceso se empezó a dar cuIto y veneración pública a la imagen de la Virgen del Rayo, colocada en una capilla interior del convento. De esta capilla era llevada anualmente al templo para la función del 10 de agosto, sacándola en procesión por la puerta del convento inmediata a la torre, hasta el altar mayor, donde se recordaba su renovación prodigiosa y se exaltaba su protección sobre la ciudad en las tormentas y tempestades.